La isla y sus muros invisibles

Punta Cana y Bávaro, aunque son una de las principales zonas turísticas de la República Dominicana, poseen ciertos muros invisibles que le han impedido desarrollarse con más velocidad. En cuanto a una infraestructura eficiente, un buen funcionamiento del transporte público, o escasos lugares de esparcimiento como plazas o plazas públicas, son algunas de las limitaciones que pudiéramos nombrar, y que han hecho que se hayan quedado atrás en el tiempo con respecto a otras ciudades en el mundo.

Estas limitaciones están relacionadas con su desarrollo, centrado principalmente en el turismo, que al principio era justificado porque era una zona principalmente hotelera donde todo lo que necesitabas lo conseguías dentro del hotel.

Lo cierto es que Punta Cana y Bávaro ya no son sólo zonas hoteleras, cada día el desarrollo inmobiliario le está pisando los talones al turismo, cada día se celebra un nuevo “open house” de un proyecto nuevo residencial y esto por supuesto, lo que conlleva es a más residentes = más tráfico = más inversión en entretenimiento fuera del hotel. 

Así como me gusta escribir sobre los miles de cosas buenas de esta ciudad, creo que es pertinente como arquitecto e ingeniero dar mi punto de vista objetivo de lo que está en evidencia y lo que creo que desde mi tribuna poder dar mi opinión de cómo se podría mejorar siendo Punta Cana y Bávaro, un motor turístico con miras a un crecimiento exponencial del tejido social

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En primer lugar, hablar de una planificación urbana e integral

El crecimiento desenfrenado y sin una planificación integral ha llevado a que muchas áreas carezcan de diseño estructurado para espacios públicos, como plazas, parques y áreas de recreación, pues gran parte ha sido ocupado por hoteles, campos de golf y complejos habitacionales todos de un dominio privado. Es necesario hacer una alianza con los sectores privados y el ayuntamiento para mejorar las áreas públicas, realizar aceras, caminerías que puedan ser utilizados tanto por turistas como locales.

Un enfoque híbrido entre el turismo y local

Vivir del turismo y tener una buena infraestructura en la ciudad no son cosas que deben verse aisladas. Ejemplos hay en todas partes del mundo de cómo las ciudades son bien recibidas para el turista, así como también para el uso y tránsito de las personas que habitan y hacen vida en ella. En el ámbito de la construcción que es el rubro que más se está explotando en la zona, es uno de los sectores donde más ha crecido y ha creado ofertas de empleo de todo tipo, esto en su parte ha hecho que más personas se vengan a vivir en la zona y ha fomentado que el sector inmobiliario siga creciendo de una forma ininterrumpida. Sin embargo, está enfocado solo al crecimiento inmobiliario, quedando atrás los lugares de esparcimiento y recreación para uso fuera de los complejos habitacionales o cadenas hoteleras.

No dejar a un lado el transporte público.

Es una realidad que los taxis turísticos y servicios privados de transporte dominan la zona, esto con la falta de regulación o incentivos para desarrollar un transporte colectivo ha perpetuado un sistema dependiente de vehículos privados. A esto le sumamos la falta de paradas públicas, aceras y otros elementos de seguridad vial para las personas que deseen transportarse de forma segura por la ciudad.

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Incrementar amenidades de valor

Los complejos habitacionales que se construyen actualmente tienen la misma visión que un resort “tener todas las amenidades dentro del mismo proyecto” Esto en parte reduce la presión o motivación para crear amenidades públicas. A diferencia de otras ciudades del mundo, carecemos de un “landmark”

En Bávaro, hemos sido testigos de las amenidades “abiertas al público” como parques de atracciones. El más reciente fracaso “El Katmandú” que prometía brindar entretenimiento y recreación que podía ser visitado tanto para turistas como para locales, pero que con sus elevados precios y sus pocas actividades atractivas para equiparar los precios, hicieron que sus puertas se cerrarán a tan sólo meses de su apertura. Y ni hablar del intento de parque de diversiones de Verón llamado “wonderland” que más que producir emoción y alegría, más bien cuando lo veías te infundía una mezcla de miedo y pena.

El punto no es hacer una atracción con precios de Disney pero con la calidad de una feria de pueblo, al contrario, generar amenidades es hacerlas con la idea de que puedan disfrutarla toda clase de personas de diferentes rangos de edad y que pueda ser visitada cíclicamente para asegurar el retorno de inversión y así procurar mantener su calidad en el tiempo.

El quinto y último punto, y para mí el más importante es tener una visión a largo plazo de la ciudad. El modelo de desarrollo actual no ha considerado del todo las necesidades de la creciente población local que trabaja en la zona. El equilibrio entre turismo y desarrollo urbano es clave para que Punta Cana y Bávaro, no sólo sean un destino turístico de clase mundial, sino también un lugar funcional y agradable para sus residentes. Comenzar a pensar hoy en el futuro y dejar de chocarnos contra los muros invisibles hará que el día de mañana sea una ciudad reconocida no sólo turísticamente, sino también en temas de bienestar social para todos sus habitantes.

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